Cuando comencé a escribir este blog tenía una intención: hacer más soportable la supervivencia ante un período difícil, casi imposible. Han pasado los meses y con ellos vivencias que supongo yo, llenaban de sentido los mensajes aparentemente trastornados que han ido quedando aquí, tardes que pasaba garabateando y después hacía una burda composición para dejarla aquí. ¿Necesidad de comunicarme y conocer?, ¿de narrar cosas que a veces fueron ciertas y otras mentiras a medias?, ¿para consolar?, ¿para no reconocer claramente que aquí estoy y así soy?, ¿para distraerme también?. Una válvula de escape que ahora me permite analizar y comprender, darme cuenta de cómo a veces, uno resurge de sus propias miserias.
Y ahora la circunstancia es diferente. El blog me sirve de ventana al mundo que hay fuera, inmiscuirme en lo que muestran otras vidas que pueden ser lejanas o muy próximas, sonreír ante semejanzas entre vidas que no lo son tanto. Aprender de vosotros, mostraros lo que en períodos concretos me apetece compartir. Escribir entre líneas y pensar que hay quien entenderá lo que escribo, perder el miedo a exponer sueños, iras, miserias y necesidades.
Cuando pensaba que tenía poco o nada, estuvo esta comunidad bloguera. Pues eso, que 21.800 gracias. A los que desfiláis por aquí y os vais, pero sobre todo a los que entráis y os quedáis.
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