miércoles, 31 de mayo de 2017

Pagina en blanco


Escribe. Aunque sólo sea para soñar con ligarte a la runner descarada de todas las mañanas, o para ordenar sobre el papel tus putos pensamientos obsesivos.

Escribe. Aunque no te guste lo que luego leas, aunque no te reconozcas. Aunque te duela. El dolor es ese paso necesario hasta que llegas a alcanzar la realidad, aunque mientas, aunque ficciones otros mundos, siempre quedan posos, rastros de tu ADN en tus letras, huellas más allá de lo que tocas.

Y si hace años que no escribes, recupera esos escritos, léelos, reléelos, viaja a través de uno mismo, recuerda quién eras, cómo eras, y en qué te has convertido y pregúntate, en fin, qué coño pasó. Qué maldita infelicidad provocó tu retirada, de las letras, por qué huiste sin más.

El acaecer de la vida no es excusa, el trabajo no es excusa, las facturas no lo son, tampoco el zapping, ni el aburrimiento, ni la página en blanco. La página en blanco no existe, lo recuerdas verdad.

De una página en blanco surgió Romeo y Julieta, surgió Trainspotting, surgió Memorias De Mis Putas Tristes y Retorno a Brideshead. Sé sincero. Dejaste de escribir por miedo a ti mismo.

Aterroriza a veces hondearse demasiado en uno mismo, tocar en hueso y seguir taladrando, y tal vez pienses que es mejor simplificar tus días, dormir en blanco por las noches, vivir con lo puesto y dejarte llevar por unas putas olas que tú no has provocado.

Pero amar es desnudarse y demostrarlo, sentir frío, ser valiente y cobarde a la vez, es estar vivo. Amar es escribir y escribir es amar.

Si realmente no sabes de qué escribir, sal a la calle. Entra, en un supermercado. Acércate a la caja y observa qué está comprando esa chica que te has cruzado en los pasillos varias veces. Cereales, leche, tarrina de helado, pizza margarita, una bolsa de lechuga, un brick de caldo de pollo, vinagre de Módena, pack de seis Colas Zero, bastoncillos para los oídos y una caja de (seis) condones Nature. Observa, además, en qué lugar de la cinta ha colocado cada producto

 Ahí tienes una historia. Un perfil. Tira del hilo y constrúyete un mundo alrededor.

Qué crees que hará la chica nada más salir del super?

Qué plan tendrá esta noche?

Y mañana sábado?

Cumplirá sus deseos o entrará en conflicto?

Ahí lo tienes.

Ahora escribe esa historia de una sentada. No importa el estilo, ni el tono: ya lo iras puliendo, se ecléctico. Después, léelo, reléelo. Habrá mucho de ti en ese relato. Es más, habrá mucho más de ti que de ella.

Ella no es más que una excusa. Una mala excusa. Como siempre.

Apenas un hilo conductor. Una puerta una ventana.

Ábrela.

No hay cojones, nen.

Ábrela.

 

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