Si no quieres, no mires.

Si no quieres, no mires.
No te voy a insistir.

Pero voy a decirte lo que te pierdes.

Cómo dejo que mi vestido caiga al suelo y cómo deslizo los tirantes de mi sujetador con extrema delicadeza por mis hombros, deleitándome en el tacto de la seda.
No vas a poder ver cómo te miro, con esta cara que es una mezcla entre la dulce niña que aparento ser y la pícara que me haces que sea.
No voy a poder dedicarte ninguno de mis gestos, enredar mis rizos entre mis dedos mientras me siento juguetona ni vas a ver morderme el labio.

Dices que no miraras? Seguro?

Entonces no me vas a ver cómo me desnudo despacio, que me ponga de espaldas a ti y baje mi tanga mientras llega hasta tu imaginación el olor a deseo que desprendo.

Vale, no mires.
Así que me echaré en la cama y me tocaré fantaseando con que estás ahí, mirándome, viendo cómo mis dedos se pierden donde mi deseo, tu deseo tiene su morada.

Te vas a perder cómo las yemas de mis dedos recorren el contorno de mis pechos y acaban en mis pezones oscuros. Los soplaré con mis labios suavemente para que la brisa los endurezca.

Si no miras, me dejas con las ganas.