Ahora tengo la certeza que las personas somos como las plantas.
Nos alimentamos de la Tierra justamente por los pies, recogemos la energía por los dedos.
Es por eso que en cuanto puedo, me descalzo. Por casa, por el campo o por la playa. Pues todo y eso, a mí me sigue dando un miedo terrible a dejar raíces.
Aunque normalmente meta mis pies bajo la misma tierra, me gusta de vez en cuando tocar diferentes tierras para nutrirme de su energía.
Para poder llevar a cavo eso, se necesita viajar. Es necesario ir a otras tierras, para meter los pies en ellas, poder sentir su humedad, su calor, sentir cómo la tierra se mete entre mis dedos, agitarlos, notar cómo se acopla a mi piel.
Notar la sensación de cómo su energía me envuelve, en sus tonos marrones, entra por las uñas de mi(s) dedo(s)…… de los pies.
Pero siento que ya es tarde para mí..., tengo raíces, pero eso no me impide pisar otras tierras, al contrario, es todo un placer..., pero después indefectiblemente siempre me vuelvo.
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