Tú:...Y yo te conozco lo suficiente para entenderte, cuando entre tus ideas desordenadas intentas buscar una explicación para lo que sientes. Te miro a los ojos, te veo y comprendo lo que te sucede, te lo he traducido, te lo he ordenado y finalmente te lo expongo para que tú seas capaz de comprenderte.
Yo:... Y yo me continúo preguntado qué coño pienso. Soy el único que puede escucharme, pero también soy incapaz de entenderme a mí mismo.
Otra vez vuelvo a sentirme solo, siempre cojeo del mismo pie, de siempre, he vuelto a tropezar con el mismo puto escalón, otra vez, y estoy en el mismo lugar del que yo creí escapar.
Prometí y me prometí no volver a hacerme daño, prometí y me prometí que no llegaría tan lejos, prometí y me prometí que no me volvería a dejar llevar...
He (re)descubierto que hace mucho tiempo que no cumplo nunca mis promesas.
Y aquí estoy, atrapado temporalmente en una (mi) rutina que no me llena, intentando poner algunas de las pieza de este puzzle que no encajan o no sé donde van. Y siempre, siempre, preguntándome en qué momento dejé de ser yo y deje de ser el dueño de mis actos.
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