Ocultarlo bajo llave, protegerlo de los fisgones y mimarlo, cerciorarse de vez en cuando de que sigue ahí, frágil como casi todos los secretos, sucio e indecente como todos.
Acunarlo, acariciarlo, madurarlo. Encontrar un cómplice o reencontrarlo, porque siempre hay uno, sonreírle, recordarle de vez en cuando que tú también lo sabes, o por lo menos que tú también te acuerdas, que tú callarás y no serás quien lo cuente. Crear un vínculo y que el secreto lo anude con fuerza. Perder el temor, no avergonzarse de él. Ser espléndido con ese secreto que te hace quedar por encima de los que no lo saben.
Tu secreto, tu sigilo distraído mientras recoges la ropa, tu sonrisa perdida mientras esperas al bus. Es tu secreto, y el suyo, nadie debe averiguarlo. Es vuestro. Guardarlo y protegerlo. Quererlo y anhelarlo con fuerza.
Pssss, seguro que tú, o tú, tenéis alguno.
