Esconder, no, mejor dicho, guardar un secreto. Como el que guarda una camiseta limpia o un pantalón recién planchado, o los 20 euros de escritura que se compran para pasar esas horas muertas leyendo.
Ocultarlo bajo llave, protegerlo de los fisgones y mimarlo, cerciorarse de vez en cuando de que sigue ahí, frágil como casi todos los secretos, sucio e indecente como todos.
Acunarlo, acariciarlo, madurarlo. Encontrar un cómplice o reencontrarlo, porque siempre hay uno, sonreírle, recordarle de vez en cuando que tú también lo sabes, o por lo menos que tú también te acuerdas, que tú callarás y no serás quien lo cuente. Crear un vínculo y que el secreto lo anude con fuerza. Perder el temor, no avergonzarse de él. Ser espléndido con ese secreto que te hace quedar por encima de los que no lo saben.
Tu secreto, tu sigilo distraído mientras recoges la ropa, tu sonrisa perdida mientras esperas al bus. Es tu secreto, y el suyo, nadie debe averiguarlo. Es vuestro. Guardarlo y protegerlo. Quererlo y anhelarlo con fuerza.
Pssss, seguro que tú, o tú, tenéis alguno.
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si, yo tengo un secreto, al igual que tú
ResponderEliminarhi han secets molts bonics ,i els secrets per sort o desgracia algun dia sense sapiguer el perque deixen de ser hu
ResponderEliminaravui he somiat amb tu !!!
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