Pensar que la vida es una puta mierda es lo fácil y cómodo —y nosotros somos su víctima desamparada—, o que ese conductor del Seat Ibiza de color indeterminado que se acaba de cruzar en nuestro carril obligándonos a frenar y, por tanto, forzándote a salir de tu sopor, es lo que se dice un capullo. Por eso, bajar la ventanilla y vociferar imbécil, es lo fácil, eso es lo cómodo; que por culpa de ese hecho puntual y miserable ha conseguido anular de un plumazo todos sus resultados positivos, si acaso los llegó a tener en toda su historia. No sospechar que el conductor del Seat Ibiza pudo ser quien en su momento investigara, tal vez, el tratamiento de esa enfermedad rara que le salvó la vida a nuestro mejor amigo, eso no es lo cómodo, o que justo esa distracción fortuita de irrumpir en tu carril —“tu” con orgullo posesivo— fuera el resultado del agotamiento por tener que cuidar día y noche a una madre senil en su lucha para no olvidar quien es su hijo.
Reducirlo a la condición de hijoputa aunque su madre, evidentemente, tu no lo sabes, falleciera a los pocos minutos de parirlo, con ese hijoputa entre sus brazos, es lo cómodo, lo fácil. Más correcto habría sido haberle dicho, yo qué sé, “No te critico; es sólo que acabas de cagarla” pero como digo lo fácil y lo cómodo es anular de un plumazo su realidad y ya de paso rebajar toda la experiencia que le habita, sus treinta y tantos años de historia, a una categoría inferior a la que tú crees que pertenece.
Creer que el universo real gravita en torno a nuestras virtudes, y que todos los socavones, los despistes que nos obligan a frenar o peor aún, a cambiar de carril, no son más que una infección molesta incrustada a esa mierda que a veces es la vida, eso es lo fácil. Lo difícil es abrir nuestra mente y hacernos cargo de ese socavón, de ese obstáculo, y hurgar en sus motivos. Lo embarazoso es tirar del hilo y darte cuenta, que aquel del Seat Ibiza o cualquier otro tipo que se lamenta y lo critica todo desde el asiento de su coche tal vez sólo tuvieron un mal día, y en el fondo, en el nexo inicial de ese ovillo, están ahí gracias al resultado de un amor sin concesiones; que nacieron y crecieron porque una madre quiso alimentarles y protegerlos cuando aún no eran capaces de valerse por sí mismos, que los cuidó y curó cuando cayeron enfermos, que los ayudó a enfrentarse a la vida. Todo eso gracias, como digo, al amor.
En fin, pensar, cavilar, hacerse cargo, que el amor ha sido, es y será siempre el motor, el principio y el fin de todo, eso es lo difícil.
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