martes, 22 de noviembre de 2011

Me siento lesbiano.

Supongo que yo, al igual que otros muchos hombres también ando buscando la igualdad, pero solo por mis adentros (para que no se note por fuera). Tus mismos gestos, tú misma sensibilidad. El cruzar de piernas tal y como tú lo haces, o lloriquear tus mismas canciones simplonas. Mis instantes Bridget Jones, mi blog secreto. Mi pintalabios de cacao para los labios, mis neuras y mis suspiros.

Que subas a mi coche y conversemos de tú a tú sin ser yo gay ni tú lesbiana. Follar y después de tu cigarro, si fumas, jugar los dos a colorearnos la cara o vestirnos tú de mí y yo de tú con dos cojones. Soñar de 11 a 8 con mi cabeza apoyada en tu pecho para sentirme mimado y de las 8 en adelante en posición viceversa. Cuidarnos en turnos. Combatir tú con el banco mientras yo espero en casa limpiándole el polvo a tus discos de Springsteen. Darle la vuelta a todo sin confundir nuestra disposición genital.

¿Por qué los hombres no podemos ser sensibles sin perder nuestra compostura?

¿Por qué los hombres, siempre, me hablan de mujeres que no son las suyas?

¿Por qué las mujeres, casi siempre, me hablan del tiempo?

Indefectiblemente en ambos casos, me siento lesbiano.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Dios no lo quiera

¿Qué motivos puedo tener para levantarme cada mañana? Uno sólo: La incertidumbre. ¿si no qué? Todo lo contrario de lo que divulgan los católicos, protestantes, musulmanes, baptistas, testigos de Jehová y demás fanáticos de lo lúgubre, no creo que esta vida deba ser el medio para ganarse tu propio terreno en el edén de los zombies, sino que es un fin en sí mismo. Umm, dicho de manera coloquial, los que ni se emborrachan, ni follan, ni blasfeman (con lo wai que es…….y blasfemar, cagoensamblas), ni desean a la mujer del vecino, ni al amigo veinte-añero del hijo, ni comen carne, porque todo eso les quitaría puntos en su carnet inmaterial, viven y vivirán eternamente reprimidos y de préstamo. ¿Yo? elijo seguir mi instinto animal y vegetal al cincuenta por ciento, viviendo solo a saldo, sin saber qué pasará, sin echarle la culpa a ningún semidiós inventado o adornado o espiritualizado siglos atrás.

Y si por esos casuales de esta vida, (Dios no lo quiera) mañana me atropella el farruquito de turno o me hostio con mi coche y termino comatoso, no quisiera yo que nadie le pida a ninguno de los dioses existentes mi rápida recuperación (juer, que se lo pidan a los médicos). Peeroo si al final (Dios no lo quiera) estiro la pata, tampoco quiero que nadie diga que “se ha marchado porque dios lo ha querido, voy a denunciar al hospital por negligencia”.

Y si acabo terminal y sufriendo, (Dios no lo quiera), por dios, sédenme. Moriré exactamente igual, pero eso sí, sin dolor.

Todas las religiones fanáticas son peligrosas. Coartan. Frustran. Satanizan ese maravilloso presente de dios que es el orgasmo y el jamón ibérico y la tentación en sus infinitas y variadas manifestaciones. Anulan el libre pensamiento.

I said….

martes, 8 de noviembre de 2011

Soltando lastre

Cuando comencé a escribir este blog tenía una intención: hacer más soportable la supervivencia ante un período difícil, casi imposible. Han pasado los meses y con ellos vivencias que supongo yo, llenaban de sentido los mensajes aparentemente trastornados que han ido quedando aquí, tardes que pasaba garabateando y después hacía una burda composición para dejarla aquí. ¿Necesidad de comunicarme y conocer?, ¿de narrar cosas que a veces fueron ciertas y otras mentiras a medias?, ¿para consolar?, ¿para no reconocer claramente que aquí estoy y así soy?, ¿para distraerme también?. Una válvula de escape que ahora me permite analizar y comprender, darme cuenta de cómo a veces, uno resurge de sus propias miserias.

Y ahora la circunstancia es diferente. El blog me sirve de ventana al mundo que hay fuera, inmiscuirme en lo que muestran otras vidas que pueden ser lejanas o muy próximas, sonreír ante semejanzas entre vidas que no lo son tanto. Aprender de vosotros, mostraros lo que en períodos concretos me apetece compartir. Escribir entre líneas y pensar que hay quien entenderá lo que escribo, perder el miedo a exponer sueños, iras, miserias y necesidades.

Cuando pensaba que tenía poco o nada, estuvo esta comunidad bloguera. Pues eso, que 21.800 gracias. A los que desfiláis por aquí y os vais, pero sobre todo a los que entráis y os quedáis.