miércoles, 24 de diciembre de 2014

No os deseo una feliz navidad

Y nuevamente han llegado….
Me gustaría poder estar envuelto en una manta de verdaderos sentimientos de todo eso que toca decir en estas fechas, paz, amor, felicidad y alegría, pero para muchas personas, las Navidades, no dejan de ser una época de eterna nostalgia.
Y es por esos motivos por los que…
No os deseo una Feliz Navidad, sino una vida plena y placentera en todos y cada uno de sus días.
Tampoco deseo que en 2015 se vayan a cumplir todos esos deseos, sino que puedas seguir teniendo la capacidad de continuar deseando hasta el infinito y más allá.
No te voy a desear que tengas unas felices fiestas en compañía de los tuyos, sino que estos, los tuyos, te acompañen en todos y  cada uno de los pasos de tu camino.
No te deseo un montón de regalos, sino que vivas todos los días como si se tratasen de un regalo.
No deseo que se cumplan tus sueños, sino que tengas y vivas una bonita realidad.
Ni siquiera te deseo que todos los demás te quieran hasta el infinito y más allá, sino que tú y solo tú, seas capaz de quererte a ti misma.
Fíjate bien, tampoco no te deseo que nadie te lastime ni te haga daño, sino que tengas la capacidad de no hacerle daño tú a los que realmente y de verdad te quieren.
No te deseo la felicidad total y absoluta, sino que seas capaz de afrontar los problemas y dificultades que se te presenten.
Tampoco te deseo que tengas toda la suerte del mundo, sino que aproveches  las oportunidades.
No te deseo que consigas todo lo que se te antoje, sino que no dejes escapar todo lo bueno que hay en tu vida.
Y para finalizar no te deseo que pierdas el tiempo dedicándoselo a gente que no vale la pena y echando de menos a los que de verdad si la valen, mintiéndoles a ellos y a ti, una y otra vez. Borrándote de las fotos de sus vidas.

Por eso ya no te deseo………Navidad.


domingo, 14 de diciembre de 2014

Reconocer que soy tontito

Lo confieso, ahora mismo no tengo problemas. Y los problemas que he tenido a lo largo de mi vida, que reconozco han sido muchos aunque todos solucionables, me los he buscado yo solito. De acuerdo que nunca he estado enfermo. Que las féminas se han portado mejor de lo que merezco. Que nunca me ha faltado el curro (quiera dios que no ocurra) y por lo tanto dinero para ir tirando. Eso sí, sin ambiciones. Por eso admito que no soy nada objetivo cuando escucho a la gente soltarme sus dramas. Es cierto que algunos, parecen haber tenido muy mala suerte en esta vida (accidentes, enfermedades, desempleo, parejas que salieron rana, amantes infieles), y en esos casos mejor no meterse: sólo escuchar y en alguno ofrecer el hombro. Pero también los hay que  parece que han nacido al calor del barro y eso en cierto modo les “pone”, meterse en líos. Me explico, si te gastas tu subsidio de lo que sea en el póker online, es normal que luego tengas problemas. Si eres de los que tiene la mano suelta y a la mínima te lías a hostias, normal que acabes amontonando citaciones y sentencias judiciales. Si no eres capaz de controlar cuando bebes, será normal que termines liando la de dios. Si tiendes a la depresión o a la ansiedad y no las tratas (hay pastillitas prodigiosas) lo normal es que tu problema se agrave y por ende, acabes arrastrando a tu entorno. Acción-reacción o efecto dominó, se llama.
Lo que me llama la atención es que nadie cree reconocer su parte de culpa. Extraño es el caso de algún conocido que me acabe admitiendo que realmente la cagó él solito, sin que nadie le ayudara. Siempre es culpa de terceros, la empresa, de la pareja, del banco, de hacienda, de tu amante infiel, de un Mosso cabrón o del portero de la disco de turno. Y claro, así es imposible dejar atrás los problemas y no empeorarlos como una bola de nieve cuesta abajo. Totalmente imposible, diría yo.
Yo conseguí escapar de los míos, mis problemas, reconociendo que soy un poco imbécil, gilipollas, vamos. No hay nada de malo en ello. Es más, admitir que soy tontito me salvó la vida, física y emocionalmente. Así que pensarlo. Tú puede que, tal vez también lo seas.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Asiduidad

Toda relación es asiduidad. La asiduidad con la que hacemos las cosas juntos o con la que no hacemos nada por separado. La asiduidad con la que nos vemos y nos dejamos ver. La asiduidad con la que nos echamos de menos. Con la que estamos de más. Con la que sentimos. Con la asiduidad que nos reímos o con la que también lloramos. La asiduidad de nuestros planes. La de nuestros recuerdos. La periodicidad de las malditas discusiones y de las benditas reconciliaciones. Asiduidad y más asiduidad. Con la que nos acostamos. Con la que nos abrimos los ojos, la cabeza y el corazón. Asiduidad con la que nos apartamos estando juntos y con la que nos unimos desde la distancia. Con qué facilidad se olvida uno de la asiduidad con la que hacemos las cosas. Qué rápido se nos consumen y se vuelven rutinas. Y con qué facilidad olvidamos que si no hay asiduidad, ni relación ni nada, puede que aún seamos, pero desde luego ya no se está.
El hábito es esa asiduidad que nos gusta. Y el vicio es la que nos hace daño. Cuántas relaciones que son hábito las conservamos sencillamente por vicio. Y cuántos vicios usuales terminan siendo un simple problema relacional.
Mi gran asiduidad por importancia fue, es,  y siempre lo será el error. Hace poco le dije a un amigo a quien aprecio mucho, Andrés, en esta vida descubrirás elementalmente a dos tipos de personas: a la mala gente y a los torpes. No hay término medio, o andas a mala fe, o probablemente serás de los que se equivoquen. Eso sí, asiduamente, sí. Por eso, hablar de asiduidades es hablar de alteraciones, de los errores y las meteduras de pata. Dos y hasta tres veces en la misma piedra.
Si lo extrapolamos a un plano, una piedra es igual a un punto, dos ya marcan una línea y por tanto una dirección en el espacio, y a partir de tres puntos ya definen un plano. Una asiduidad. Y todo lo que se salga de este plano, es lo que terminamos llamando erróneamente error.
Una relación es asiduidad. Si cambio esa asiduidad estoy cambiando la relación. Mejor aún, si cuido mucho mi asiduidad estoy cuidando nuestra relación.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Bailas conmigo?

Últimamente he vuelto a sentir que el tiempo se me escapa de entre los dedos.

Que ahora casi no recuerdo hacer cosas que antes sabía hacer. Y seguirán quedando en mi lista de pendientes, las que nunca he sabido hacer.

Y seguramente no seré el único que me sienta de esta manera, porque tenemos la absurda creencia que vivimos cómodamente, cuando en realidad, malgastamos nuestras energías en correr. Pura y llanamente. Correr para no perder el bus,  no llegar tarde, acabar antes y para tener más tiempo. Y este, el tiempo, cuando llega, lo tenemos tan mal educado que continúa corriendo. Para no perder el yo qué sé qué.

Esperando y disfrutando de ese tiempo me encontraba cuando en una cafetería y en medio de un café, y como si ella no tuviera problema alguno para adivinar el pensamiento, una madre se dirigió a su hija: “Olga hija, en esta vida hay tiempo para todo”.

Y es cierto: nuestra vida da para muchas cosas.

Y sin embargo no sé para cuáles, sí sé que siempre van unas detrás de otras.

Nacemos y morimos. Equivocarme. Aprender y desaprender. Escribir un blog, como yo. Viajar. Enamorarte y quedarte en el intento. Destacar o ser etéreo. Que todos te elogien o que nadie sepa que existo. Querer y ser querido. Soñar despierto y despertar, a la vida. Hacer y pedir favores. Caer y levantarte. Estar jodido. Llorar de alegría y de pena. Sonreír, reír y soltar carcajadas. Decirte te quiero. Hacer lo que digo. Decir lo que pienso.

Puesto que somos personas predestinadas a cruzarnos, algunas veces, chocamos los unos con las otras por el camino durante un lapso de tiempo indefinido. Y eso es lo único que tenemos, lo que nos hace especiales en relación a las otras especies. Aunque unas veces nos parezca poco y en otras se nos haga eterno. Así que hay que aprovecharlo.

Que ahora no tengamos lo que anhelamos no significa que no vayamos a tenerlo nunca. Significa que hay que esperar, pero no sentados y sí así fuera sólo para volver a levantarnos.

Y lo cierto es que hay tiempo.

Hay tiempo para arrepentirnos, para retomar y para dejar y dejarte ir. De mudanzas enteras, tanto de piel como de ciudad. De hacer lo que nunca hemos hecho, hacer lo que antes no queríamos. De cambiar de opinión. De saltar.

Hay tiempo para rebelarse, de cabrearse, de querer mandarlo todo a la mierda, y mandarlo, irremisiblemente.

A menudo, nos ofuscamos con algo o alguien, sin darnos cuenta de que nada permanece como hace 60 segundos. Todo cambia, por mucho que nos enganchemos a ello. Y por esa misma regla, lo que nos entretiene en este preciso momento no dice mucho más de nosotros que lo que pasara hace uno, dos o más años o lo que pasará dentro de diez. Lo que estoy haciendo ahora no define quién soy, solo mi camino. Porque todo camino empieza con un paso y acaba con otro.

De lo que no hay tiempo, y no nos damos o no queremos darnos cuenta, es de desandar lo andado. De deshacer las palabras dichas. De desconocer (que no olvidar) a las personas que conocimos. De tornar a aquel lugar al que nunca fuimos. De no vivir todo lo que vivimos.

Es que hay cosas que irremediablemente se acaban. Tal vez porque nunca debieron empezar, tal vez porque tenían fecha de caducidad. Hay personas que están destinadas a no quedarse en nuestras vidas, solo a enseñarnos el valor que tiene su partida, las cosas que no queremos ser ni tener o las cosas que habremos de inventar para siempre cuando estas  ya no estén.

Por todo lo expuesto, me gusta imaginar que la vida es bailar nuestra propia canción entre toda la gente que intenta bailar la suya propia.

¿Bailas conmigo?


lunes, 17 de noviembre de 2014

La importancia de ser el primero

Acaso habéis olvidado a vuestro primer amor, el primer beso, tu primer deseo. Hay cosas que permanecen de por vida y son inalterables al tiempo. Un segundo, un sueño, un deseo pueden cambiar tu vida para siempre…

El primer amor -qué pena!- la mayoría se dejan por imposibles, querer hasta las trancas es horrible, duele, duele en las profundidades del alma y inutiliza todo raciocinio, todo lo haces espantosamente mal porque te transformas en egoísta, déspota… con el tiempo todas las peores cualidades del ser humano florecen en éste tipo de amores, el que no controlas, el que se destila, el que duele hasta en la mirada del otro porque en sus ojos se reflejan las profundidades de tu alma, te cautiva y no te da lugar a la reflexión, lo das todo por él, y comienzas a pensar que tu vida no tiene más sentido sin su cercanía y si ese amor es compartido y mutuo, adiós!, es una cárcel en la que ingresas voluntariamente y que ni buscas ni encuentras, ni quieres saber nada de la llave.

Lo cierto es que amar así es algo único, vivirlo es lo máximo y pocos son los elegidos… quizás solo por eso valga la pena experimentarlo porque solo pasa pocas o una sola vez en nuestras vidas!
Cuidado! no confundir con la atracción que se siente tipo Ramiro y Sira en El tiempo entre costuras, por ponerlo fácil y reciente… porque eso es otra cosa!, es atracción incontrolable de sexos, que también existe, sublime mientras dura pero que no deja huella y si acaso rencor, mucho rencor.

Shakespeare sí lo profundizó en varias de sus obras, la leyenda de Tristán e Isolda, o la película El diario de Noa… Bécquer el eternamente enamorado de Julia Espín… en fin, en verdad es tocar el cielo con la punta de los dedos pero a la vez tan destructivo por lo que absolutamente es incompatible con ésta sociedad y en los escasos momentos de reflexión sabemos que tenemos que dejarlo, cortar con semejantes amarres si queremos vivir un poquito en una sociedad como la nuestra, que realmente no conduce a ninguna parte, puesto que el camino al nacer solo viene con una única condena de muerte implícita y ni eso podemos imaginarnos ni para ella, ni para él.

Que afloren o exploten todo ese conjunto de pasiones que escondemos nunca está libre de riesgos, así de ese modo no se puede, no se debe vivir, por eso tiramos de nuestra sensatez, y abandonamos, y escogemos un buen amigo, mejor compañero, alguien que te dé un amor tranquilo, para formar un hogar, acompañarlo de unos hijos y un viajero, muy como tú… para no tener que vivir siempre al borde del precipicio.
Ay!!!  el amor, grande y verdadero.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Besos metálicos

Los brackets son el alma misma de la belleza adulterada. Contemplar esa boca. Maravillosa. Labios despiertos. Comisuras que asemejan guiones de diálogos al inicio y al final de las frases, y cuando sonríe esos hoyuelos, como paréntesis sujetadores de tiempo (y fuera de estos, nada, la nada). Enfoqué mi  vista hacia su boca rehuyendo el cruce de su mirada (soy un hombre adulto) y de repente, la calle, los coches, la gente, se evaporaron y yo, como un arquitecto, hice un estudio en dimensiones perfectas contenidos en continentes remotos y exóticos. Ella, por si acaso, mantuvo sus labios cerrados, pero ese justo y precioso hermetismo acentuaba aún más sus labios exuberantes e inflados por los brackets, como el que guarda un secreto bajo la almohada y esta se des-boca. Bonita palabra: des-boca.

Cavilaba en eso, por no hablar de la candidez  que dan unos brackets a los treintaitantos, añadidos a unas pecas que son las salpicaduras del alma de  niña. Pensaba en eso por no hablar de lo que representa su lengua inabordable y presa del miedo en esa cárcel de dientes traviesos que desean otra vida ordenada y perfecta. Besar unos labios esponjosos con brackets eso es enfrentarse a la ansiedad, abrir la boca suave y catar el metal, y sentirme un desplazado en la valla  de Melilla, y su paraíso artificial, inventado y soñado al otro lado, mágico instante. 

lunes, 10 de noviembre de 2014

Besos i-reales

Besar y ser besado es confiar en esos otros labios, saber que serán o serás bien recibido, usados como crees que se merecen: la otra boca no morderá tu boca, y si lo hace, será intencionadamente y con tacto. Besar es pelear por las ganas del otro, aclarar sus dudas con la punta de tu lengua, o dejarte llevar como en un baile. Hay un idioma no verbal, un pacto tácito surgido de cada contexto: el lavabo de un pabellón, un semáforo en ámbar, el ascensor de un hotel o un fotomatón insinúan besos urgentes, inaplazables. Un beso en la cola del cine te indica eh, estoy aquí contigo, juntos, y quiero que seamos solo uno dentro de unos instantes. Luego está  el beso puro y civil ante el juez: te regalo mis labios para el resto de tus días.

Pero también los hay desesperados, eléctricos cuya factura indefectiblemente acabaremos pagando. Y besos que encubren mentiras, de labios tensos y ojos cerrados, como si cerrándolos silenciaras las voces internas. Y besos de culpa. Y de perdón. Y de socorro. Y de no saber qué coño haces con tus labios.

Especiales son esos besos de labios mullidos y abultados por brackets, que merecen un post aparte.

Besos imaginarios. Aquellos que te mueres por dar pero no puedes, o simplemente no debes. Labios encuadrados en el retrovisor de tu vida que no son ni serán jamás nada tuyo y se irán, y te quedarás con esa imagen esculpida en la memoria del tacto de tus labios.

Si bien a veces es mejor solo imaginarlos. Ya que yo no sé besar.

martes, 4 de noviembre de 2014

No es lo que tengo, es lo que soy

Madre mía,  como para llevarme la contraria…!!!
Cuando no se conjugan espacio, lugar y tiempo invocamos el “no pudo ser” y la intensidad de lo que sentimos entra en coma profundo, pero ahí sigue. A la espera. Ese será su lastre. El que le acompañe allá a dónde vaya y le haga sentir a medias, cientos, miles de las cosas que viva. Sólo podrá -si es que puede- desprenderse de mí y tratar de vivir de otra forma. Mientras tanto, seguirá en esa búsqueda interminable.
Mejor que no vuelva, porque te das cuenta de que la habías idealizado y que ya no huele igual, ni ríe igual, ni otras cosas igual y lo que antes era un Casio ahora es un Viceroy porque como dice el anuncio, no es lo que tengo, sino lo que soy.
Hasta ahora sólo he ido encontrando parches para “seguir tirando”, algún día encontraré -puede que ya la haya encontrado- a esa mujer real, presente, que me desmonte con solo mirarme y no al contrario, a la que amarrarme puede que para siempre. He aprendido de lo vivido con….y con….también con.…y sobre todo con…. para ser feliz yo mis ángeles de la guarda y mis musas.
Ojalá qué la espera y la búsqueda os compense a todos los que os haya pasado lo mismo y que por aquí me leéis, por lo soñado, sufrido, esperado, desesperado y vuelta a empezar.
Después de este post……..¿alguien me hace un seguro de vida?

lunes, 3 de noviembre de 2014

La isla o el tesoro.

Vale estas jodida, pero quien no lo está, con algún que otro trauma o lo que tú quieras. De acuerdo no merecí pasar tu psicotécnico vital, que mentí en lo de la edad y me niego a llevar gafas porque quiero verlo todo como lo ven mis ojos (si la vida es borrosa, por algo será). 

Ya sé que no encajo, o mejor dicho no convengo en tu mundo exacto, que todos son buitres y yo un halcón viejo que cojea, que me aburres con tus reproches y me aburren tus martes y jueves y me aburre tu numerito de después, porque a ti te aburren. Pero yo estoy vivo y escribo. Lo demás me importa un carajo, me la suda, ya ves.
Una vez me preguntaste qué tres cosas me llevaría a una isla desierta. No lo dudé ni un segundo: mi coche, papel para el resto de mis días y un pallet repleto de bolis. No razonabas para qué coño quería llevarme el coche a la isla desierta. La contestación es obvia. Para follarme a mis musas en el asiento de atrás y escribir sobre ellas, te dije.
No cabía duda que aquella era una pregunta trampa. Tenías la ilusión de que te incluyera en mi lista para empezar de cero en tu entorno virgen: solos, tú y yo. Pero contigo también vendría el virus de tu pasado, las huellas de todos tus miedos y traumas. Y eso no te gustaba.
Cuando te ofrecen empezar de cero, es mejor no llevar testigos, por si te da por  mentir.
Y me acordé de una cita que dice más o menos: “Lo que importa es la isla, y no el tesoro”. Solo en la isla, sin nadie alrededor, sin traumas, sin ansiedad, sin malos rollos. Porque la gente suele ser el reflejo chungo de su alma.

¿Serías capaz de aguantarte en una isla desierta?


jueves, 30 de octubre de 2014

Sin caja de cambios

Jueves, 7,45h puto atasco, cada día lo mismo. Si todo fuera tan sencillo como cambiar la marcha del coche, poner la marcha atrás en este vehículo que es la vida  y desandar hasta el inicio del problema, justamente al mismo punto que me llevó al error de meterme en ese puto atasco del que ahora reniego, si fuera viable volver al principio del recorrido y tomar otro camino mejor, si todo fuera tan fácil como eso, meter la marcha atrás ante cualquier dificultad y cambiar de ruta, si todo fuera tan fácil, como digo, os aseguro que ningún psicólogo llegaría a fin de mes. Pero para bien o para mal las cosas no son así, la vida es un vehículo, hasta ahí todos de acuerdo, pero un vehículo sin caja de cambios que solamente nos deja acelerar, frenar, girar y poco más. No busquéis la marcha atrás y enfrentaros al puto atasco, a los socavones o a lo que sea. Ese es mi consejo. 
Porque de qué sirve quejarse, arrepentirse o fustigarse.
Flagelarse es de fanáticos, de enfermos, es cosa de otros. El dolor no vale. El dolor simplemente duele -otra cosa es que os guste el dolor. Ahí ya no entro. Allá cada uno-.
Así que si la cagáis y os metéis de lleno en un vía repleta de baches, echadle cojones u ovarios según toque: reconoce el error y aprende de ello. Nada más.

Pero si al día siguiente me vuelves a llamar para decirme que has vuelto a meterte en el mismo camino tortuoso y lleno de agujeros emocionales, entonces si tendré que llamarte gilipollas. Como yo.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Olvidarme de mí

A veces es difícil ser feliz. Es complicado esquivarse a uno mismo y no volver a caer en mis propios fantasmas y demonios, o evitar asfixiarme en la monotonía de mi propia voz. Escucharse uno mismo a veces cansa, o no te entiendes, o si pero demasiado intentando evitar asumir las evidencias, ya sabes, cuando la razón, -o la realidad-, lucha a muerte contra la intuición. Y cuando quieres, no puedes; y cuando puedes, no quieres querer, porque mi ángel de la guarda se disfraza de diablo y viceversa, y la lían. Menos mal que aprendí al menos a disimularlo bastante bien.
Y a pesar de todos mis conflictos, a pesar de esa campana que me aísla, que a menudo me abstrae y me ensimisma del mundo, si subo a un ascensor y la acompañante comienza a hablarme del tiempo, me acoplo con soltura y agradezco obviar, por un instante, mis conflictos y me vuelco en lo banal.

Y en momentos como ese es cuando pienso: qué cómodo sería simplificar mis  reflexiones, apartar esos demonios y simplemente vivir el aquí y ahora, disfrutar del sol que me broncea y me mata, de los pequeños detalles, respirar, amar sin condiciones, y sobre todo no escucharme ni escucharte. 
Asumir lo que soy. 
Olvidarme de mí.

martes, 28 de octubre de 2014

Volviendo atras....

Bueno, pues ya estamos otra vez aquí, Hacía mas de dos años que no me pasabasupongo que no he aprendido mucho de mi anterior experiencia tóxica, de a hí que nos volvamos a encontrar, tu mi blog y yo.
En todo este tiempo han pasado muchas cosas, unas buenas y otras no tanto. 

Yo creía haber aprendido a gestionar ciertas emociones y situaciones, pero esta visto que no debí progresar adecuadamente en esta asignatura y me quedó para recuperar en Septiembre.
Como dice el refrán, a quien hierro mata a hierro muere, por suerte esta máxima no se cumplió del todo y solo recibí unos golpes y magulladuras en mi otro yo, por lo que tuve que pasar una leve agonía lo mas rápido y mejor posible, porque en definitiva estas cosas pasan por que uno se lo busca. 

Después de tanto tiempo me apetece volver a este mi rincón y rescatarlo del ostracismo cibernético por petición popular -ejem- y en agradecimiento a que aquí fue, en los entresijos de sus letras, donde germinó esto a lo que no me atrevo a poner nombre.

Reconozco que no soy muy constante en mis aficiones y mucho menos en esto de escribir, sorry, pero todo está relacionado con las necesidades personales y las mías continúan sufriendo cambios importantes. 

Sea como fuere aquí me tenéis, sigo vivo.