martes, 29 de marzo de 2011

¡qué raritos somos! ¿verdad?

Muchas veces me recuerdo de pequeño, mirándome muy fijamente en el espejo y diciéndome a mí mismo (emisor de mis paranoias infantiles) ¡qué raritos somos! ¿verdad?

Pues ahora sucede algo parecido, estoy sentado en el sofá, miro a la derecha… no estás, no está… vuelvo a mirar al ordeñador y parpadeo, un poco, no mucho, un par de veces, ¡qué raritos somos! ¿verdad?

Cuando éramos niños y íbamos llorando con la historia de: fulanito me ha dado en el ojo o menganito me ha quitado yoquese… siempre me decían ¡Pues habrá sido sin querer! o ¿estás seguro?

Y sin querer se llora a veces, y queriendo sonrío siempre (y a veces también sin querer, mejor me callo….seguro de nada)

Creo que sigo siendo raro incluso para mí mismo.
…Observa, copia y completa eso ponía en la pregunta tres del examen de supervivencia emocional.

Ahora no recuerdo que puse, la verdad es que tampoco recuerdo la pregunta.

jueves, 24 de marzo de 2011

El hecho de escribir

Ya sé que he tenido de lo más dejado el blog. De vez en cuando, actualizo con algo que había escrito durante un desplazamiento o le dedico unas líneas a algún pensamiento o recuerdo. Porque transcurrido tanto tiempo ahora me es imposible dejarlo del todo. Lo necesito. Es obra de mis desvaríos o disparates y eso es algo que me gusta a pesar de tener todo tipo de textos: unos me encantan, otros que no, los hay que me dejan impasible, y otros que me agitan. Estoy convencido que he perdido lectores. Cuando cambias los hábitos, es lo que tiene.

De mi existencia, poco más puedo añadir. Dentro de poco voy a empezar el capítulo cinco. O sea, una vida entera para escribir a lo sumo siete u ocho capítulos. No soy de los que planifico para nada lo que escribo. Leo, investigo, analizo, ojeo sobre el tema. Indago, porque hay tramas que ignoro y para que lo que cuento sea más verosímil prefiero darle ciertos detalles auténticos, porque al fin y al cabo mi menda, vive su momento y en su lugar.

A veces me quedo sin hacer absolutamente nada, mirando la caja tonta y notándome, no diré yo que muerto, pero sí, poco activo. Creo que la hormona del hecho de escribir a contracorriente es excesivamente adictiva, porque justo en esos instantes en los que “reseteas“ la imaginación mirando la tele, sólo pensaba, que necesitaba volver a escribir un culebrón de televisión.

Como diría más de una persona que yo conozco, el que me entienda que me compre.

jueves, 10 de marzo de 2011

Viajamos, mentimos, engañamos....

Engañamos, algunos más que otros. Mentimos incesablemente para preservar nuestras verdades, para demorar un momento de encuentro con nosotros mismos, para colgar del aire lo que no somos capaces de cargar a nuestras espaldas. Mentimos porque tenemos la ilusión, el anhelo o la esperanza de olvidar algunas realidades, porque es más cómodo vivir una vida fantaseada que la propia. Y a veces, no siempre, sale bien.

Siento que necesito un viaje, uno de esos viajes insólitos. Subir a un avión tembloroso para conocer, re-conocer y mirar, ad-mirar y remirar un mundo que no siempre percibes o alcanzas a comprender. Las nuevas localidades se transforman en decorados de un mañana imaginado, lleno de ilusiones que laten en cualquier sueño, y me protegen del mismo modo que uno descuida sus compromisos y responsabilidades. En un viaje, todo, todo, es posible, la sugestión y el hechizo cogen las riendas del destino y te colocan junto a la simiente de la buena suerte para que uno la recolecte, luego la plante y la cuide. La gente con sus pasaportes, las caras de estos tendrían que estar sonrientes, ya que cada avión brinda una oportunidad única, sea la que sea.

Síp, categóricamente necesito ese viaje. Aunque solo sea de un sueño o un engaño. Lo necesito.

martes, 1 de marzo de 2011

Encuadres

Me dijo que nos acostaríamos, me mintió, eso no era lo que me prometió. Se tumbó en la cama boca abajo y se quedó dormida sin esperar ni avisar. Yo le miraba su espalda, su culo, como bajaba y subía, bajaba y subía, todo a los compases de su respiración. La encuadre con los dedos, con la cámara de mi imaginación y le hice cien, mil fotos todas inexistentes de su trasero, de la parte de atrás de sus piernas, de su espalda tan suave, sus pies o mejor dicho sus talones ….. me perturbaron....

Cuando luego vi sus medias y su tanga en el suelo al lado de la cama comencé a montar lo que debió ser mi primer bodegón, usando su pelo como fondo..... Me empujaba una embriaguez nueva, totalmente ausente de alcohol pero brutal de ansias de inmortalizar las formas que me envolvían... su ropa, su habitación, su cama …ella.

Algo me devolvió mi imagen de fotógrafo virtual, un espejo, mi reflejo en un espejo y en ese preciso instante fui consciente, por enésima vez, de mi existencia, de mi dependencia a su mundo de imágenes, luces y formas hasta entonces extrañas y lejanas...

Cuando despertó, estaba sentado frente al espejo mirándola, con esa sonrisa que ponía únicamente cuando la decía que la quería…..