lunes, 26 de junio de 2017

La noche soñada


Me despierto, he soñado, saltado hogueras, tal vez brindé, celebré. Pedí deseos. Me quemaron mis demonios. Hice hechizos y esas otras variantes dignas de chiste o de mago barato. Lo que sea. Creí en la magia. Creí que pedí, ¿Era para hoy? O ¿Era para más adelante?

Los deseos siempre es bueno pedirlos con mucho tiempo de antelación, no vaya a ser que se frustre... esa posibilidad es mala copiloto en la vida. Pura peripecia.

Quiero, quiero, quiero. Deseo, deseo, deseo.

Ya sea por San Juan o sea por San Blas, en Santa Ana o por San Antonio, soñar es algo que hacemos desde niños. Sanísimo. Posología diaria. La fantasía nos viene en el pack de serie, con el airbag y el navegador; una práctica infantil que traspasa generaciones, como Drácula vagando por los siglos en busca de su amor. Eso, soñar, y pedir deseos. Desde la pelota de futbol al apartamento en la playa, desde el pelo más rubio a un sueldo más alto, desde el verano más largo o.… lo que sea. Pedir, pedimos. Soñar, soñamos.

Y así, soñamos. Fantaseamos. Celebramos la magia. El fuego que purifica.

Y pedimos deseos.


La noche soñada es la víspera de San Juan. En el sueño que aludía al inicio había rescoldos de la hoguera anterior. Trocitos de mails, de wasaps infantiles impresos en papel que no llegaron a quemarse con lo demás porque el viento los paralizó. O el salto de alguien. O la voluntad de las brujas. Vete tú a saber. Lo mismo, pienso, el deseo escrito es tan brutal que las brujas, magas y lechuzas que sobrevolaban invisibles se negaron a cumplirlo. Nadie nos avisó de las contraindicaciones del verbo soñar. Solo aprendimos a conjugarlo.

Hacienda somos todos, sí…… fantasía, no.

La vida es el sueño por cumplir. El entretiempo. La vida sucede (a veces). La vida nos invita a un café. La vida (sobre) pasa. La vida jode, te pasea, te golpea, te fascina, brinda o rompe las copas.


La vida es ese huequecito raro que queda entre lo que perseguías y lo que al final no fue. Una grieta de luz. Por eso soñamos, por eso pedimos deseos. La ficción nos salva, lo dije en un post anterior.

Así empiezan los cuentos, ¿no? ….Érase una vez…

pero…..Comieron perdices? Y… después? Qué coño pasa después? Tendré que escribir algún cuento que me explique si el final es solo siempre el inicio. Porque la vida y ahora me pongo profundo….. no empieza cuando naces, sino cuando sientes que estás vivo. Cuando sucede algo que te dice ¡¡¡ahora!!!

Saltaré las hogueras necesarias. Este año no ha podido ser.




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