jueves, 8 de junio de 2017

Tu fondo blanco


Observa por un momento el blanco que hay detrás de estas palabras. Intenta abstraerte de lo que estás leyendo y fíjate sólo en el blanco del fondo. Lee como si no existiera, o como si cada una de estas palabras sólo fueran borrones incómodos que te impiden centrar la vista en el fondo blanco que hay detrás.

Tal vez hayas pensando que estorbo, que de aquí en adelante debería dejar esta hoja en blanco para que te fijes bien en el blanco del fondo tal y como te he pedido.

Ahora soy yo el que me siento incómodo. Creo que sobro, fijaos, no puedo dejar de escribir y sin embargo os he pedido que no hagáis caso a estas palabras. Entonces,  ¿por qué quiero centrar vuestra atención en el fondo blanco?

Muy sencillo.

El blanco es el súmmum de la perfección absoluta. No hay nada comparable a un fondo blanco, y tal vez por eso me sienta a veces un puto impostor tratando de llamar la atención con mis palabras cuando en realidad desearía que tú, por ti mismo, lograras ver cosas a través de una hoja en blanco, o de una tapia en blanco, o de una pantalla en blanco.

A veces pienso que escribir es un acto de cinismo total. Profanamos la pureza, dotamos de ruido la perfección del silencio, sólo porque nos creemos mejores que una página en blanco, o capaces de superar el criterio de cualquier espectador de una página en blanco.

Por eso le tengo tanto respeto a la palabra escrita. Escribir es suicidarse y simular estar vivo al mismo tiempo. Creerte estar por encima del lector aunque en verdad el lector te gane en ganas de aprender de ti.

Así me siento a veces.

Como el violador de la página en blanco. Y ahora olvídate de lo que has leído y fíjate en el fondo blanco. Fíjate en el blanco que se cuela en torno a cada letra.

Qué perfección, ¿no crees?

Qué sucio me siento ahora.

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