sábado, 27 de marzo de 2010

Esa perrita no es de este planeta

Si alguien me cuenta lo que me iba a suceder esa tarde de hace dos años y medio, me habría vuelto a hacer las huellas dactilares solo para cerciorarme de que era yo.

Esa perrita está enferma. Creo que le duele la mente, el dolor le corre desde el centro de los ojos hasta el final de las extremidades. Esa tarde cuando la he visto, se me ha quedado mirando con los ojos más interrogantes y limpios que he visto en mucho tiempo. En seguida he notado que estaba herida, que le faltaba un trozo de su vida, un pedazo invisible que nadie sabe hallar.

Un caso muy difícil. Sobre todo para mí, que huyo de los animales.

Esa perrita no es de este planeta. Todavía no sé qué es lo que se me paso por la mente, ni qué he sentido al verla tan quieta bajo la farola de ese paseo. No lo sé, ni quiero saberlo. Así que la he rodeado con mis brazos, no he sentido desconfianza, sólo unas ganas inmensas de calmarla, de protegerla de todos esos miedos invisibles que tanto la hacen sufrir.

Nos hemos sentado en el coche muy juntos, ella se me ha acurrucado en mi pecho y nos hemos tapado con una típica manta de cuadros. Tenia puesto el último CD de la colección...nuestra colección….

y entonces le han brillado los ojos, se ha estirado, se ha acurrucado aún más y... por fin se ha dormido. Llevaba tantos días, tantos meses sin dormir que me puse a velarle el sueño.

A mí no me va a pasar nada si me quedo despierto todas las noches de los próximos días, meses…

Alguien se dará cuenta que me duele el alma, el dolor corre desde el centro de los ojos hasta el final del corazón. Enseguida notara que me falta un pedazo de mi vida, un fragmento invisible que ya nadie sabrá hallar.

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