viernes, 17 de septiembre de 2010

Septiembre

A mediados de septiembre se añora la lluvia y el repiquetear de las gotas en los cristales como si de notas de piano se tratasen.

Sólo es tiempo. Sólo son pasos. Sólo es el final del verano. En este tiempo siempre hay demasiada gente en las calles, con similares aromas que parecen buscarse ocultándose con sonrisas de revista y conversaciones trasparentes. Sólo es de noche. Sólo se ocultan. Sólo engañan. Sólo es el final del verano.

Sin olas ni brisa de playa. Sin esas gotas que salpiquen.

Y la lluvia humedece el asfalto haciéndolo de cristal durante esos instantes. Mirando desde lo alto de mis zapatos me parece que esté caminado sobre el espejo del cielo, todo se refleja, todo menos el alma. Y me inhibo con los reflejos de los semáforos, en el semáforo de sus historias y desvelos sin más pretensión que a lo sumo, cambie a ámbar, solo por si decido no avanzar ni una calle más.

Y poco a poco va finalizando la cuenta atrás de los días, de los números cuya suma coincide con los pecados capitales.

Y después de esperar, decidiré nadar…. y nada.

Siempre es nada.

1 comentario: