jueves, 7 de octubre de 2010

De triunfos y tragedias.

Esperar al final para solo soltar un par de frases. Si solo con tres palabras habría bastado. Eso sí, las frases estaban llenas de mala baba. Las expulsó de manera perfecta y precisa por sus labios estrechos, se movían despacio, porque es lo que tiene, la mierda pesa y ralentiza el flujo normal de las palabras. Pero aún así, justamente cuando me llegó a los oídos, se volvió mucho más cruel, más duro, hasta que estalló. Y claro mi cara se llenó otra vez de esa mezcla de salitre y cemento que son las lágrimas. Y se fueron secando, hasta dejar marcadas las arrugas de mis ojos y la sonrisa vacía y seca. Es posible que crea que ha ganado nuevamente y que yo soy un desvalido. Pero lo que no puede saber es que a pesar de los fragmentos de metralla que me volví a quitar, cada día soy y me hace más fuerte.

Por eso no voy a decir nada, por eso y porque no me gustaría leer lo que saldría de mis pensamientos. Y de igual forma porque me merezco disfrutarlo un poco, que me lo he ganado juer. Porque ya hace un año me lo merecía y ahora pues como que también. Aunque es posible que no sea del todo justo, y es que nunca nada es completamente justo.

Estoy contento, juer, no esperaba estar tan contento, pero lo estoy. Y también confieso que tengo un poco de miedo. Pero lo que más me sorprende es estar orgulloso, fíjate, yo, que nunca estoy orgulloso de mí, que sé que esto me llega tarde y que evidentemente ya no tiene el mismo valor, porque más que un éxito es maquillar una desilusión una decepción un fracaso, y a pesar de todo eso... me siento orgulloso, porque sé que lo he conseguido, porque no he engañado a nadie, esta vez ni siquiera a mí, porque las cosas se pueden hacer de otra forma y, a veces, resulta que hasta funciona. Y que ya, como que me da igual que llegue tarde, que tendrá sus criterios, pero a mí los que me importan son los míos y yo ahí el año pasado gané por goleada y no hay nada más importante que eso.

Pero a pesar de todo lo siento por ti, siii ya sé que suenan como palabras vacías, pero no, no lo son. Lo siento, tengo un extraño sentimiento de culpabilidad por esta alegría que no sé de dónde coño sale. Sé que tu deslealtad ha sido igual a la mía, menos un año, multiplicada por dos y me llevo una, me pongo en tu lugar (me cuesta muy poco) y me da rabia, mucha rabia.

Por eso en realidad es hora de olvidar...

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