lunes, 10 de julio de 2017

Las otras



Reina un silencio calmo en el asiento de al lado de tu coche. Tu mujer está con su móvil, y tú observando la calle. Te fijas en esa chica que espera en un paso de peatones. La chica cruza delante de vosotros, y sigues su rastro únicamente con los ojos, sin mover el cuello, tal vez por evitar que ella se percate. Objetivamente piensas que esa chica es un par de puntos más de todo que tu mujer, estás pensando. Más guapa, piel más tersa, rasgos más suaves. No la conoces, pero hay algo en ella que te atrae, hasta el punto de no poder evitar girar la cabeza en el último momento, justo cuando la chica desaparece por el lateral de tus ojos. Ahí es cuando tu mujer alza la vista del móvil y te pilla observando a la chica. Suelta un “¿Te gusta?”, y tú automáticamente le dices que no, claro. No cabe otra respuesta. Pero no puedes evitar sonrojarte porque sí, qué demonios, pues claro que te gusta. Y si pudieras, saldrías del coche en su busca. Pero no puedes. Y te preguntas, ¿Por qué no puedo?.
porque no debes… no debes romper ese encanto!
son pocas las veces en que “sentimos” y es grato, muy grato, quedarse en ese sentido, si eres algo curtido sabes que un solo movimiento puede romper el encanto, así que “disfrutarlo” quieto, está muy bien seguir el aura del otro, sin molestar hasta que quizás llegue el momento ...

muy dentro de nosotros mismos somos frágiles y cualquier levedad nos rompe, el control es, sin embargo, lo que más nos engrandece, controlarnos para aprender del gesto, del momento… así es como nos conocemos, mejoramos y aprendemos...

La chica habla un lenguaje corporal que él está “entendiendo”, gracias en parte al lugar en el que está: relajado, calmo, …solo así lo ves casi todo...
en cualquier caso, esos momentos son escasos en la vida, esos en los que entiendes y deseas a otros que no conoces, va a pasarte muy pocas veces en la vida… los que escribimos somos ”voyeurs” natos y sin embargo yo cuento con los dedos de la mano las veces en que vives esa magia … la primera, el amor de mi vida, el que me mantiene marcado con hierro cadente y fue el primero en hablarme con lenguaje corporal y aún su solo recuerdo arranca en mi corazón un latir descompensado, pero, no he visto ni uno más que hablen ese lenguaje sin palabras que yo entiendo y conecta con el mío y eso que tengo unas cuantas décadas de vida vivida y (re)movida… que nadie piense que no quiero a mi mujer, eh? es mi compañera y con ella transito en mi caminar en la vida... es exactamente cariño, afecto, ternura, lo que se siente en ese caso ... si hay que definirlo es algo tan inofensivo como la compenetración...

Hay una preciosa leyenda japonesa en que las mujeres al casarse se cortaban el dedo meñique, dicha leyenda dice que hay un hilo rojo invisible sujeto, desde nuestro dedo meñique, a las personas que estamos destinados a conocer o entendernos con ellas a lo largo de nuestra vida, el hilo puede tensarse, enredarse, liarse, pero jamás de los jamases romperse...
 
por eso ya no tengo dedos meñiques...

 

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