lunes, 26 de abril de 2010

El banco del parque.

Ayer, cuando volvía a casa, me paré frente a un banco del parque, se encuentra cerca del instituto donde estudiaba de jovencito.

Está entre unos árboles que de viejos parecen más bajos. Es el banco ideal para besar cuando tienes a alguien para besar.

Lo siento, pero no lo pude evitar y me senté en él. Inconscientemente pensé en cuantas veces se pude sentir ser la reina de este trono.

En esos momentos, cuando los besos son ávidos y torpes. Cuando los dedos son tímidos pero descarados. Y no pude evitar sentirme triste.

De esas angustias que te oprimen el pecho que están mezcladas con un poco de melancolía, que le daba un sabor de vodka amarga.

En todos los besos que en su día se dieron y que no se vuelven a dar. Y lo peor, de esos que nunca llegaron a salir de los labios, tan solo de la imaginación.

Recuerdo cuando imaginaba (soñaba) que era yo el que me sentaba y besaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario