lunes, 28 de junio de 2010

Tiempos de espera

El quid de la cuestión me la proporcionó un comentario que escuche mientras veía una película que ahora no importa su título:

- La calidad y la importancia de las personas se puede medir en sus tiempos de espera.

- ¿En sus tiempos de espera? – me pregunté extrañado.

El protagonista, levanto la cabeza y me contesto…:

- Si, en ese tiempo que uno es capaz de esperar a la persona que sea, cuando has quedado con ella. Si tienes una cita con esa persona y te das cuenta que llega tarde, así de importante será para ti esa persona, en función de cuánto tiempo seas capaz de esperarla.

- Creo que lo comprendo. – contesté.

- Si tienes un amigo que es reciente seguramente le esperarás unos cuantos minutos antes de cansarte y largarte. Pero fíjate bien, si resulta que quien llega tarde y estás convencido que ese, es el amor de tu vida… te puedo asegurar que serás capaz de esperar cien, mil, millones de horas.

Al terminar, lo único que se me quedó fueron esas últimas palabras de aquel actor: “Pero fíjate, si resulta que quien llega tarde es…….”. Posiblemente haya sido la impaciencia la posible culpable de no haber (re)encontrado al amor de mi vida, maduré.

Aparqué el coche y me senté en un banco de un parque a esperar supongo que apareciera el amor de mi vida. Entonces pensé… cuántos minutos son cien, mil, millones….de horas?.

Paseaba gente, mujeres, unas guapas, otras atractivas, alguna que otra wenorra…y mujeres normales, madres, hermanas, hijas…mujeres, pero ninguna se sentó a mi lado. Incluso también pasaba y paseaba el tiempo.

Setenta y seis minutos más tarde tomó asiento, justo a mi lado, una mujer de unos 76 años y algunos meses.

- ¿Espera usted a alguien? - preguntó mirándome con paciencia.

- Sí., supongo… que a usted – y le compré una rosa a un hindú, para la anciana y me marché.

En mi coche, antes de arrancar, empecé a llorar.

- Me-cago-en-todos-los-amores-anacrónicos – maldije entre lágrimas.

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