miércoles, 28 de abril de 2010

Ha vuelto a pasarme.

Ha vuelto a pasarme.

El viernes pasado hablé en el tren con una mujer que, desde la primera frase, encajamos a la perfección.

Resultó una de esas conversaciones insignificantes sin base pero con forma: En los matices intuí que ambos teníamos el mismo sentido del humor, la misma visión del universo, las mismas ansiedades y casi los mismos deseos. Durante aquellos treinta minutos largos de trayecto fuimos como dos genuinas gotas de agua verbales, el efecto de espejo, uno del otro, una partida en tablas.

Resulto un flechazo inocentemente humano; ni siquiera recuerdo su físico, o su edad, si su condición de mujer. Esta vez no. En ella no vi sensualidad ni belleza, sino únicamente feeling.

Cuando llegamos a su destino, al despedirse, no pude evitar sentir la tristeza del viajero interrumptus. Me bloqueé, reconozco que fui lento de reflejos y dejé que se marchara sin saber retenerla, o alargar aquel trayecto con un café, o con mi/su número de teléfono escrito en el anverso de una mano, que no llegaron a rozarse.

Quién sabe, a lo mejor no lo hice por miedo a que lo interpretara como una insinuación por parte mía, que pensara que quería ligar sin más. No era eso. Únicamente quería continuar hablando con ella.

¿Cómo podía hacerlo sin que pensara en una doble interpretación?

Total que perdí mi oportunidad de prolongar ese feeling.

Pues eso, he perdido a otra de esas personas que se cruzan solamente una vez cada mucho.

Y no hace falta que tú me lo digas: Sí, ya lo sé.

Soy un gilipollas.

1 comentario:

  1. pues si eres gilipollas, jajaja mira que no pedirle el tlf

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