jueves, 6 de mayo de 2010

No-preguntarse-el-porque

No hace mucho tiempo descubrí (creo) cual era el secreto de la felicidad... o, mejor dicho, cual era el secreto para no ser infeliz. Es algo muy simple, sencillo de decir y hacer, pero a la vez extremadamente complicado de lograr.

Se trata de un simple “principio” concentrado en solo cuatro palabras:

No-preguntarse-el-porque.

Luego, si lo sé, si sé que cuando me pregunto por qué las cosas son como son y no como a mí me gustaría no hago otra cosa, más que hacerme daño. Si, por qué por más vueltas que le haya dado, sólo consigo llegar a la conclusión de que realmente no hay un porqué, no hay una razón, no hay un solo culpable...sólo hay una realidad.

Ayer fue uno de esos días, que sin quererlo no conseguí dejar de preguntarme en que fui diferente... cómo lo que un día fue blanco hoy puede ser tan exageradamente negro... que ha podido suceder para que sin cambiar nada haya cambiado todo... Francamente, no quiero (ni puedo) volver atrás, porque tampoco sabría volver atrás.

Pero a pesar de todo, y a pesar de ello... no puedo dejar de preguntarme de tanto en tanto, cual ha podido ser la razón... y lo reconozco, tengo esa curiosidad que solo se basa en que me encantaría creer que no fue por mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario