jueves, 4 de febrero de 2010

Cualquier día antes de acostarme

Escrito en Mayo 2009

Es cierto cuando dicen que el cuerpo es sabio... el mío empezó cuidándome y susurrándome con cariño y al final terminó gritando y mandándome a la mierda. De hecho ahora ni me habla. Ya no me sonríe, no me alegra el día, no me da fuerzas. Prácticamente, no me hace ni caso. Lo miro y me mareo, lo toco y me duele, lo pongo a prueba y me reta, y me hace sentir mal, muy mal. He decidido apagar sus alarmas, paso de sus consejos, esquivo sus señales y miro hacia delante sin darme cuenta de que no hago más que dar pasos atrás.

Pero es verdad, de repente noto un click en mi cabeza con un letrero en letras de neón y mayúsculas y me paro a leerlo. Me paro, me siento, y respiro. No me acuerdo de la última vez que tuve un gran día, ni de mi última carcajada, ni de mi eterna cara de niño feliz... ahora cuando duermo tengo frío porque mi cuerpo ahora es así, me castiga, me quita el edredón y me priva de sueños bonitos y a cambio me obsequia con pesadillas, con ex psicópatas, y el calor me lo empieza a dar cuando estoy a punto de levantarme, atrapándome entre las sábanas y seduciéndome hasta quedarme otra vez (zzzzzzzz).

Así que, ya que veo difícil curarme de la cabeza (no es porque sea un tarado sino porque está claro que debo que cambiar de psicóloga), he decidido que ya es hora de hacer las paces con este cuerpecito que me pide una tregua a voz en grito.

Muchas gracias por avisarme. Te lo compensare con creces.

Buenos días (y regálame hoy, esta noche un sueño bonito, anda)


No hay comentarios:

Publicar un comentario