miércoles, 3 de febrero de 2010

No sé, quizá

No sé, quizá la amaba cuando me senté en la cama y me desabroché la camisa, cuando una de sus caricias me ayudó a desprenderme de ella y la lanzó al suelo de forma indiferente.

Cuando unas manos lúcidas me tendieron y acariciando mí pecho bajaron hasta el cinturón y los botones de mi pantalón y los desabrocharon.

No sé, quizá la amaba, cuando con un beso me apodere del aire de su ombligo extrayendo todo el deseo que abrasaba su interior. Recuerdo que unos furtivos pezones se arrastraban sobre mi vientre seguidos de unas manos expertas que me liberaban del pantalón.

No sé, quizá aun la amaba como siempre y resulta que nada había cambiado, cuando su caliente lengua separó mis labios y se encontró con la mía, cuando en el calor de su insinuante cuerpo me perdía toda la noche en busca de su amor.

No sé, quizá ya no la amaba porque después de una noche así no regrese a su lado.


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