viernes, 19 de febrero de 2010

A orillas del rio

A orillas del río Piedra me senté y lloré. Cuenta una leyenda que todo lo que cae en las aguas de este río -las hojas, los insectos, las plumas de las aves- se transforma en las piedras de su lecho. Ah, si pudiera arrancarme el corazón del pecho y tirarlo a la corriente; así no habría más dolor, ni nostalgia, ni recuerdos.

A orillas del río Piedra me senté y lloré. El frío del invierno me hacía sentir las lágrimas en el rostro, que se mezclaban con las aguas heladas que pasaban por delante de mí. En algún lugar ese río se junta con otro, después con otro, hasta que -lejos de mis ojos y de mi corazón- todas esas aguas se confunden con el mar.

Que mis lágrimas corran así bien lejos, para que mi amor nunca sepa que un día lloré por

(A orillas del río Piedra de Paulo Coelho)

Llore por ella.

Ojalá haya logrado que tus lágrimas, ahora, siempre sean sólo de alegría...

He descubierto que hay otro río pero este sin piedras en su fondo: un río donde todo lo que cae -piedras, hojas, plumas- se desvanece y se transforma en luz. Una luz que surge en algún punto del universo y que surca el espacio en todas direcciones en nuestra búsqueda, y entra derecha por nuestros ojos y, a través de ellos, va a nuestro corazón, donde se detiene reconfortándonos y llevando una sonrisa a nuestra boca y a nuestra alma...

Si pudiera, tiraría mi corazón a esa corriente para que siempre permaneciera con vosotros... y no habría más dolor, ni nostalgia, y sólo más y nuevos recuerdos...

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