viernes, 29 de enero de 2010

El don de la oportunidad

No eres Carla, porque Carla olía a yerba, y tú como la mayoría, ahora hueles a nostalgia y olvido. Pero eso fue antes.

Tampoco Julia, que siempre olía a perfume de otra y a promesas que nadie le pedía y que nunca cumplió.

Ni eres Andrea, que era como un pastel. Si, dulce, como un pastel. Tierna, como un pastel. Atrayente. Y que, faltamente, inevitablemente, me acabó empachando.

Tampoco eres ninguna de las que compartieron sus lenguas y sus cuerpos, sus manos y deseos, y apenas me dejaron un recuerdo difuso, como el vaho en el cristal, que limpié con la mano al día siguiente.

No eres ninguna de esas, pero quizás tampoco seas tú, que fuiste juventud y juego, fuiste insinuación, ingenuidad y, a ratos, también vacilación y miedo.

Ahora, te podría llamar imprevista, te podría llamar romance, devaneo o descabello, aunque también me gustaba la palabra proyecto.

Tú eres……, si, tú que siempre estabas sin estar, que me quería sin quererme y me dejó sin dejarme, hasta que yo, principalmente por aburrimiento, te dejé a ti.

Oportunidad, siempre tuviste el don de la oportunidad.

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