domingo, 31 de enero de 2010

Pañuelos y bolas de papel

Ella coge un pañuelo de papel y se seca las lágrimas que le caen por el rostro al tiempo que busca otro en el paquete que tiene a hi al lado. Se suena la nariz, se seca los ojos y sigue cogiendo pañuelos. Con uno no tiene suficiente para secarse los ojos, sonarse, y frenar las lágrimas que le resbalan hasta el cuello.

Resulta que hoy precisamente hoy se ha despertado con su recuerdo en la cabeza. Él, que ni está, y seguramente ni volverá a estar. Esta noche ha soñado con él, "muy a menudo lloro una pérdida de alguien a quien nunca tuve", piensa. Por lo menos, es domingo y hoy no trabaja, hoy no podría plantarse ente nadie. Mirar a los ojos de alguien y echarse a llorar sería todo uno.

Aparta las sábanas y el nórdico que la tapan muy despacio, como si se hubiese transformado en una anciana, y se pone en pie. Está cansada. Coge su paquete de pañuelos y se va a la cocina. La cocina vacía. Esa cocina que parecía cocinar ella sola como por arte de magia cuando estaba él y ahora ya hace meses que está impecable y sin usar desde que no está. "Es igual, si no me gusta desayunar".

Realmente habría preferido seguir durmiendo. Cuando sueña estan juntos. Juntos ... "Qué cene anoche?" se pregunta: "un café y una aspirina". Entonces, ¿por qué el sueño tan... real?.

Ella sabe la respuesta, aun está enamorada de él. Pero ya no le echa de menos constantemente. Ése es su avance en su particular guerra contra los días y el dolor.

Se acerca a la mesa, iluminada por un sol tibio. Quita el sillón y se sienta sobre el cojín. La mesa está llena, tiene todo lo que necesita para escribir, para leer, para pintar y dibujar, para recortar y pegar, para…. Rebusca entre un montón de papeles, saca un papel y se pone a escribir.

"Te echo de menos. Echo de menos tus mimos cuando yo estaba triste y tus SMS a las tantas de la noche diciéndome que no podías dormir, que si estaba despierta llamabas y hablábamos un ratito, y cuando íbamos a colgar, me decías que era casi como dormir conmigo. Pero si hay algo que mas echo de menos es mi sonrisa siempre que te veía"

Sigue escribiendo un rato mas hasta que deja caer el bolígrafo y deja escapar un grito que lleva reprimido demasiado tiempo, que se funde con sus lágrimas y con su frustración. Ya no le queda ni un sólo pañuelo, el paquete está vacío. Se limpia las lágrimas con el dorso de las manos, arranca la hoja de la libreta y la convierte en una pelota que lanza por encima de su cabeza.

Mira cómo cae la pelota de papel en la que le ha escrito todo lo que necesitaba decirle desde hace tanto tiempo. Ya no llora y su corazón vuelve a latir a su ritmo y mira por la ventana.

Suspira, llenando de aire sus pulmones.

Por fin es capaz de volver a respirar otra vez.

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