domingo, 6 de diciembre de 2009

Congelada, ausente y feliz.

Sentada sobre su moto parece un ángel de peluche con su plumón negro. Congelada, ausente y feliz.

Jersey de cuello alto, de color negro. Guantes de piel. Pómulos rojos. Al entrar trajo con ella el frío de la calle. Sin embargo ahora, en el calor de la oficina, parece contemplar ese mismo frío del otro lado del cristal con ........ Puede que con nostalgia, quizás. Aunque sigue con los hombros encogidos, como si intentara meterse dentro de sí misma para abrazarse a su propio cuerpo, templado y de terciopelo color….. Está mirando la calle, al frío de afuera con asombro. Se siente bien.

Sin duda, estoy seguro, que estará pensando en ese momento de meterse en la cama, debajo de su edredón estampado de colores cálidos, abrigada hasta los ojos, sólo los ojos, la nariz y la frente en contacto directo con ese frío seco, puro, de la calle, que ella imagina. Y esperará a que la piel de su cuerpo, caliente las sábanas para así sentirse sosegada, equilibrada y protegida de todo lo que pase afuera, en la calle, en el mundo, como si su edredón le sirviera de coraza, de muro impenetrable o de nube que separa la borrasca de sus pensamientos con el azul cielo de su interior. Y dormirá sin, dormir para no perderse ese momento.

¿Sabes qué sensación es esa?

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