martes, 22 de diciembre de 2009

Ya lo sabía.

Ya lo sabía, mi cerebro insiste en funcionar por categorías, por conjuntos con los elementos divergentes y sus subconjuntos correspondientes, tiende a formar grupos, a hacer estructuras mentales de niveles de confianza o de lo que sea.
Me ayuda a pensar, a clasificar las cosas, a ordenar las ideas y a distanciarme para observarlo todo desde fuera y tomar decisiones en frío.
Yo, que para muchas cosas soy caótico, mi cerebro está estructurado en esquemas. Cada uno de ellos, sean un esquema o grupo o elemento tienen un nombre o un mote.
Hasta que un buen día, llega algo que no me cuadra en ningún esquema o categoría de las existentes hasta ese momento. Intento ponerle nombre y se me ocurren varios pero ninguno de ellos me acaba de convencer del todo, ninguno recoge todo lo que incluye ese nuevo conjunto.
Eso en realidad, me encanta. Me fascina saber que no puedo resumir en una palabra o en una expresión todas esas sensaciones. Me gusta probar algo que no soy capaz de clasificar, que no puedo incluir en ningún sitio. Porque está más allá de todo lo que conozco hasta ese momento. Porque es diferente. Porque me ha sorprendido a mí mismo.
Eso es lo que me paso ahora hace dos años. Así que pensé, no le voy a poner nombre, es simplemente ella, a secas, sin motes, sin nada más. Simplemente ella.
Ya lo sabía, mi cerebro es más inteligente que mi corazón.

1 comentario:

  1. algun dia prova que sigui al revés... et sorprendràs

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